Recuerdo el otro día un compañero de sindicato y yo teníamos
que dar una charla sobre la LOMCE y la FP Dual en nuestro instituto. Cuando
terminamos fuimos juntos comentando impresiones y le comenté que estaba
decepcionado de que fuéramos tan poca gente y que deberíamos hacer autocrítica
de que habíamos hecho mal para la próxima cambiarlo, además le recomendé que en
puntos del discurso que pudieran ser complejos tratara de explicarlos y no dar
por sentado que se sabían, me respondió que habían sido pocos pero gente
concienciada y que no era necesario explicarlo, a lo que le dije que eso no
servia de nada, es decir, consideraba que el objetivo de esta charla era llegar
a gente que no esté concienciada para que tome conciencia y que con gente que
posiblemente no haya leído nada sobre el Movimiento Estudiantil no debía dar
por supuesto que saben ciertas cosas o conocen ciertos términos, a lo que me
respondió casi gritando: “Si no saben ni lo que es la plusvalía no
quiero que vengan a la charla.”
Lamentablemente no es la primera vez que me encuentro con
esta clase de actitudes pero creo que pueden ser potencialmente perjudiciales
en nuestra relación con las masas, ya que solo nos llevan a alejarnos cada vez
más de ellas. Debemos comprender que el
lenguaje es una herramienta que se debe adecuar al contexto en el que se
usa, por tanto no podemos hablar igual cuando hablemos con un compañero de
partido que esté mínimamente formado que cuando hacemos agitación en fábricas y
nos dirijamos a un obrero sin formación ni conocimientos de la jerga propia de
las ciencias sociales.
Pero cuidado con esto, ya que suele ser la excusa que usan
ciertos oportunistas para introducir su terminología pequeñoburguesa dentro del
movimiento obrero, es decir con la excusa de que el obrero medio no conoce el
significa de lo que significa el término “burguesía” por poner un ejemplo, es
sustituir un término concreto como “burguesía” por algo abstracto como “casta
política”, “bipartidismo” o términos como “proletarios” o “clase obrera” por
“ciudadanos” o demás términos que engloban tanto desde Amancio Ortega, a
nuestro vecino parado y que no puede pagar la hipoteca, esto no es adecuarse al
contexto como defienden algunos, esto es
pervertir la esencia del marxismo, eliminar su componente clasista y
reducirlo a un discurso reformista.
No obstante, no
debemos encerrarnos en un entorno politizado, sino comprender que la mayoría de las masas están alienadas por
la ideología dominante y que por tanto términos como “proletarios”,
“plusvalía”, “burguesía”, “revisionismo” , etc… que a nosotros nos pueden
resultar familiares a las masas les resultan totalmente ajenos, la solución a
esto no es la fórmula oportunista de dejar de usar estas palabras, sino explicar a los obreros cual es su
significado sin dar por supuesto que ya lo conocen, ya que posiblemente no
lo hagan y que lo único que consigamos es parecer unos pedantes que le hablan
de cosas totalmente ajenas a él. En cambio si le explicamos que el proletario
es él que vende su fuerza de trabajo, el burgués es el dueño de la empresa, la
plusvalía la diferencia entre lo que produce y lo que cobra; entonces el
trabajador nos verá como gente que realmente le preocupa lo mismo que a él y a
partir de ahí podremos ganarnos la confianza de las masas como la parte más
consciente de ellas. Como la vanguardia
tanto teórica como practica de la clase obrera, y no como un grupo de gente
que vive en una realidad ajena a la suya.
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