martes, 28 de julio de 2015

Un homeópata para presidir la Generalitat

El diario El País llevaba el 3 de Enero del 2002 entre sus titulares ''El ministerio de Interior atribuye a la inmigración el aumento de la criminalidad en más de 9.8%''. No mentía, pues ese día el director de la policía hacía públicos los datos de delincuencia e inmigración para el año 2001 y las conclusiones eran demoledoras: la delincuencia aumentaba a causa de la inmigración masiva.

Estas dos cuestiones, inmigración y delincuencia, estaban por aquel entonces entre las mayores preocupaciones de los españoles. Y si las autoridades además las relacionaban con datos probados, no es de extrañar que la encuesta del CIS de ese trimestre mostrara un aumento significativo en el número de españoles que situaban a la inmigración como uno de los grandes problemas del país, junto con la inseguridad ciudadana o el paro.

Sin embargo, aunque los datos que dio el jefe de la policía eran verdaderos, no lo eran las conclusiones. Para empezar, se estaba hablando de delitos conocidos, que no se corresponde necesariamente al número real. Muchas veces el número de delitos conocidos aumenta porque la eficacia policial mejora ese año, o porque al ser la mayoría de delitos conocidos denuncias de víctimas o de anónimos, una mayor conciencia del público hará aumentar el número de denuncias. Así, el número de denuncias por malos tratos en el año 1997 fue de 3.500, que tras 3 años de intensa campaña por parte del gobierno animando a las mujeres a denunciar los hechos, se dispararon a más de 7.100 para el año 2000. ¿Significaba esto que nos encontrábamos ante una epidemia de malos tratos al inicio del milenio? No, sencillamente existía una mayor conciencia social para denunciar.

Otro de los datos que arrojaba este estudio del ministerio del interior era el siguiente: durante el año 2001, hubo 232.146 detenciones por delitos y faltas. De éstos, 116.139 correspondían a extranjeros, justo la mitad. Si se compara con el porcentaje de inmigrantes sobre la población total ese año (alrededor del 5%), podría parecer que los inmigrantes delinquían en una proporción mucho mayor que los nacidos en España. ¿Significa esto que los inmigrantes vienen aquí a delinquir? De nuevo, datos correctos nos mienten.

Un análisis más a fondo de los datos nos hace ver que de los 116.139 delitos, 50.728 fueron detenidos por estancia ilegal, lo cual no significa que sean delincuentes, solo que no tienen el permiso de residencia. Esto baja la cifra a 65.391 delitos cometidos por extranjeros. Pero hay más, el ministerio de interior no incluye como 'extranjeros' solo a los inmigrantes, se incluyen turistas y gente de paso. En realidad, de los 65.000 delitos cometidos por extranjeros, menos de la mitad correspondían a inmigrantes, 26.156. Y de éstos, unos 5.000 fueron detenidos por el delito de falsedad documental, lo que quiere decir que tenían sus papeles caducados. Esto nos deja unos resultados completamente distintos: los inmigrantes representaron el 11,5% de los detenidos, lo cual sigue siendo más del doble que el 5% de inmigrantes sobre la población total, pero deja un escenario completamente distinto al descrito por el jefe de la policía.

Además, se da el hecho de que el colectivo que más delitos comete es el de los hombres jóvenes. Casualmente, los inmigrantes están muy sobrerrepresentados en este colectivo, aunque desgraciadamente no se tienen datos concretos. Y tampoco hay que dejar de lado una última cuestión, y es el evidente sesgo que tiene la justicia. Si la población en general es más propicia a achacar a los inmigrantes la mayoría de los delitos, como así demostraron los datos del CIS, sería bastante lógico afirmar que la justicia, controlada por personas como tú y yo, con sus prejuicios, también responde a las características del español medio. Por desgracia, aquí tampoco se tienen datos concretos, pero países que han hecho estudios sobre el tema han concluido que el sesgo de los agentes podría provocar una sobrerrespresentación de la inmigración de entre el 35% y el 100%, esto significa que los inmigrantes podrían estar sufriendo hasta un 100% más de vigilancia sobre ellos que el resto de la población, y más vigilancia significa más delitos descubiertos y, por ende, más detenciones.

Esto no quiere decir que quiera minimizar el problema de la delincuencia. Obviamente se tiene que hacer todo lo que se pueda por reducir al mínimo, y precisamente por eso es por lo que hay que librar el debate de cualquier carga ideológica y ceñirse únicamente a los datos probados. El problema es que los datos van contra el supuesto 'sentido común' y arrojan resultados sorprendentes.

En EEUU, la tasa de criminalidad ha bajado un 45% entre 1990 y 2012, produciéndose en dos oleadas, una entre 1990 y el 2007, y otra desde el 2007 hasta el 2012. La segunda oleada es la más interesante de estudiar porque, a diferencia de la primera, no se produjo de forma uniforme en todo el país. Mientras que algunas ciudades como la tristemente famosa Ferguson no vieron bajar sus tasas de delincuencia, otras como Atlantic City la redujeron más de un 30%. A pesar de que los factores locales podían tener mucho que ver, al final todas las ciudades podían dividirse en 2 macrogrupos: Las que propiciaron la integración de los inmigrantes y favorecieron la inmigración, y las que decidieron aplicar políticas restrictivas. Se ha descubierto que las ciudades que más inmigrantes recibieron, y donde la segregación racial se redujo más, fueron las ciudades donde más bajó la tasa de delincuencia. Con los datos en la mano ¿se puede afirmar que la inmigración aumenta la delincuencia?

Es aquí donde entra en juego nuestro particular homeópata, que no es otro que Xavier García Albiol. Propone mano dura contra la inmigración, a base de una serie de leyes que la reduzcan al mínimo posible. Para ello, se necesitaría un aumento drástico de la vigilancia en las fronteras y en las calles, un incremento en el presupuesto del interior sin precedentes, amén de una falta de escrúpulos propio de otro siglo. Albiol, como los homeópatas, propone soluciones muy caras y de dudosa eficacia científica a problemas con soluciones mucho más sencillas. Desgraciadamente, este hombre ha sido 2 veces consecutivas la lista más votada en su ciudad, y ahora se presenta a presidir la generalitat.

Eso sí que es un crimen.

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