Pero también somos el continente de las dos guerras mundiales, el continente de Hitler, Mussolini y Franco. Somos el continente que se muere de viejo, pero mata a quienes desean entrar. Somos el continente de la colonización, del saqueo de medio mundo, y el de las cruzadas.
Ciertamente, nuestra historia vale la pena. Lo hace porque gracias a ella podremos evitar caer en los errores del pasado. Desgraciadamente, ninguno de nuestros gobernantes parece haber leído lo suficiente como para no repetir antiguos vicios.
En 1919, Europa es un continente arrasado tras 4 años de batallas constantes. Tras la humillación de Alemania, ésta se ve forzada a firmar el Tratado de Versalles, cuyas durísimas condiciones sumirán al país en el caos, forzarán la caída de la República de Weimar, y auparán a Hitler al poder. Es triste que un siglo más tarde, el mismo país que sufrió la humillación en sus carnes y cuya economía se vio destrozada por la sed de venganza de sus enemigos, ahora quiera imponer unas condiciones similares en Grecia. Al parecer a Schäuble no le parece suficiente castigo 5 años de medidas draconianas de austeridad, que ni siquiera han servido ni servirán para mejorar la economía griega, quiere más, y lo va a tener. Quiere hundir a Syriza, sacar a Grecia del euro, demostrarle a Europa quien manda.
Esta es exactamente la misma filosofía detrás de ese nefasto tratado de Versalles que le costó al mundo más de 60 millones de muertos. El mismo sentimiento llena los espíritus de los líderes alemanes hoy, y de los europeos hace un siglo: la venganza.
Un fantasma recorre Europa: El fantasma del resentimiento y la venganza. Y cuando despertemos al siguiente amanecer, podría no ser tan dorado.
Buena comparación. Aunque en este caso el imperialismo que evita cualquier tipo de cambio es el alemán. Entre todas las construcciones posibles de Europa, al final ha prosperado la de una Europa alemana, formada por Alemania y un conjunto de estados títeres. Esto es muy perjudicial para los europeos en general, y por ello es necesario cambiarlo a una Europa unida realmente bajo los principios del comunismo y de la democracia. Una Unión Europea en la que no persistan los intereses estatales, sino los de los trabajadores de la misma, y donde todas las razas y grupos antaño discriminados tengan cabida. Una UE de la que estar orgullosos.
ResponderEliminarOjalá lo que dices, pero desgracidadamente no estamos cerca ni de lejos de ello. De hecho, todo apunta a que vamos en la dirección contraria: En toda Europa resurge el Fascismo. Fenómenos socialdemócratas como Podemos, Sinn Fein o Syriza son rarezas.
EliminarY fíjate, ahora la UE no tolerará la más mínima disidencia. Tenemos que salirnos de esta familia de locos.
No quiero una respuesta del tipo "ojalá", sino del "vamos a luchar para hacerlo". Más que nada porque es algo necesario y algo que conviene.
EliminarSobre el resurgimiento del fascismo, permíteme dudar, no está resurgiendo a tal gran escala. En cuanto a la UE, su poder es bastante limitado más que nada porque depende de gran cantidad de estados miembro (en algunos de los cuales hay opción de gobierno para alternativas [España y Francia]). La UE para bien o para mal, no es monolítica, y una amenaza por parte de España o de Francia con echarla a pique sería tomada en cuenta.