Hace una semana, con tan sólo un
día de diferencia, acaecían dos sucesos aparentemente independientes, pero que
como desarrollaré en las siguientes líneas mantienen la misma relación que la
postulada por Lenin en la mal llamada Primera Guerra Mundial, y que también nos
lleva a diferenciar la Segunda Guerra Mundial de la Gran Guerra Patria. Estos
dos hechos son el atentado en Niza y el “golpe” de Estado en Turquía.
Más allá de las mareas que
ciertos elementos intelectuales orgánicos navegan y en las que hablan de la
similitud de los recortes de libertades en ambos países, hay fundamentos
idénticos que nos contestan a la materialista pregunta de por qué ocurren las
cosas. Y a quién benefician.
Comenzando por Francia, parece
que es el Daesh quien es el motivador del ataque. Seamos niños buenos y
despreciemos teorías de que está orquestado directamente por otros poderes,
pues al igual que en Física, con dos teorías efectivas, la más simple se toma
como correcta. Hago este símil porque, sea realmente la autoría del Daesh o de
los grandes grupos de capital, los beneficiados siempre van a ser estos últimos, en
detrimento de la población depauperada. Los muertos en Francia no eran
banqueros ni políticos. Quienes deciden si invadir y expoliar un país y se
benefician, sí lo son, además de la rentabilidad de la tenaza del miedo como
doctrina de shock. Lucha de clases.
Desplazándonos 2700 kilómetros,
de Niza a Ankara, nos encontramos con un “golpe” de Estado, en el que parece
que Estados Unidos tiene participación a raíz de los tiempos de reacción en la
condena de su aliado de la OTAN y de las maniobras militares en las bases
yanquis en el país del Bósforo. Sea como fuese, es el pretexto necesario para
que Erdogan justifique una de las últimas fases del viaje al fascismo
(recordemos su referencia a la Alemania nazi como referente de estado). Una vez
más, los muertos, detenidos, cesados y futuros fallecidos a raíz de la deriva
autoritaria no son los grandes capitalistas, sino, por ejemplo, como en la
noche del 15 de julio, militares de baja graduación. Y no olvidemos al pueblo
kurdo, que pese tener cada vez más peso político, especialmente en el sudeste
del país tras las elecciones locales, es represaliado incluso en forma
institucional, con delegados que tutelen estos espacios institucionales
conquistados.
Si seguimos desarrollando este
análisis material, nos encontramos como punto de unión al fanatismo religioso.
Ya no es simplemente la consecuencia lógica del apoyo al fortalecimiento de los
grupos islamistas radicales por parte de los monopolios occidentales en el
último cuarto del siglo pasado, como en la Revolución de Saur, sino también los
propios hechos actuales. Por muchos es ya sabido que el Daesh no se mantiene
solo. En la región, sus principales apoyos son Arabia Saudí, Qatar, Israel y de forma
más soslayada, Turquía. Las razones, las mismas que para las potencias
occidentales. Armas y petróleo. En el capitalismo, se busca la mayor cuota de
beneficio; en el capitalismo, la guerra es tan natural como la paz.
Vemos, pues, que un siglo
después, se cumple una de las leyes de las guerras en el período capitalista, y
es que quien muere es la clase obrera, y quien se beneficia, la capitalista,
como pasara en ambas guerras mundiales, y no en el “frente oriental”, donde era
una batalla continua y consciente contra la explotación del ser humano por
otros seres humanos.
Por todo lo expuesto, entiendo
como planteamiento correcto la solidaridad y el frente común de las clases
proletarias de todo el mundo contra los grupos financieros. La victoria no
llegará siendo los peones de los capitalistas. La victoria será con la toma del
poder político y la titánica lucha posterior. La victoria, no será hoy, ni
mañana, pero sin duda, científicamente, llegará. Hasta la victoria, siempre.
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