martes, 26 de julio de 2016

La solidaridad como patria obrera o por qué un nizardo viaja al Kurdistán


Hace una semana, con tan sólo un día de diferencia, acaecían dos sucesos aparentemente independientes, pero que como desarrollaré en las siguientes líneas mantienen la misma relación que la postulada por Lenin en la mal llamada Primera Guerra Mundial, y que también nos lleva a diferenciar la Segunda Guerra Mundial de la Gran Guerra Patria. Estos dos hechos son el atentado en Niza y el “golpe” de Estado en Turquía.

Más allá de las mareas que ciertos elementos intelectuales orgánicos navegan y en las que hablan de la similitud de los recortes de libertades en ambos países, hay fundamentos idénticos que nos contestan a la materialista pregunta de por qué ocurren las cosas. Y a quién benefician.

Comenzando por Francia, parece que es el Daesh quien es el motivador del ataque. Seamos niños buenos y despreciemos teorías de que está orquestado directamente por otros poderes, pues al igual que en Física, con dos teorías efectivas, la más simple se toma como correcta. Hago este símil porque, sea realmente la autoría del Daesh o de los grandes grupos de capital, los beneficiados siempre van a ser estos últimos, en detrimento de la población depauperada. Los muertos en Francia no eran banqueros ni políticos. Quienes deciden si invadir y expoliar un país y se benefician, sí lo son, además de la rentabilidad de la tenaza del miedo como doctrina de shock. Lucha de clases.

Desplazándonos 2700 kilómetros, de Niza a Ankara, nos encontramos con un “golpe” de Estado, en el que parece que Estados Unidos tiene participación a raíz de los tiempos de reacción en la condena de su aliado de la OTAN y de las maniobras militares en las bases yanquis en el país del Bósforo. Sea como fuese, es el pretexto necesario para que Erdogan justifique una de las últimas fases del viaje al fascismo (recordemos su referencia a la Alemania nazi como referente de estado). Una vez más, los muertos, detenidos, cesados y futuros fallecidos a raíz de la deriva autoritaria no son los grandes capitalistas, sino, por ejemplo, como en la noche del 15 de julio, militares de baja graduación. Y no olvidemos al pueblo kurdo, que pese tener cada vez más peso político, especialmente en el sudeste del país tras las elecciones locales, es represaliado incluso en forma institucional, con delegados que tutelen estos espacios institucionales conquistados.

Si seguimos desarrollando este análisis material, nos encontramos como punto de unión al fanatismo religioso. Ya no es simplemente la consecuencia lógica del apoyo al fortalecimiento de los grupos islamistas radicales por parte de los monopolios occidentales en el último cuarto del siglo pasado, como en la Revolución de Saur, sino también los propios hechos actuales. Por muchos es ya sabido que el Daesh no se mantiene solo. En la región, sus principales apoyos son Arabia Saudí, Qatar, Israel y de forma más soslayada, Turquía. Las razones, las mismas que para las potencias occidentales. Armas y petróleo. En el capitalismo, se busca la mayor cuota de beneficio; en el capitalismo, la guerra es tan natural como la paz.

Vemos, pues, que un siglo después, se cumple una de las leyes de las guerras en el período capitalista, y es que quien muere es la clase obrera, y quien se beneficia, la capitalista, como pasara en ambas guerras mundiales, y no en el “frente oriental”, donde era una batalla continua y consciente contra la explotación del ser humano por otros seres humanos.


Por todo lo expuesto, entiendo como planteamiento correcto la solidaridad y el frente común de las clases proletarias de todo el mundo contra los grupos financieros. La victoria no llegará siendo los peones de los capitalistas. La victoria será con la toma del poder político y la titánica lucha posterior. La victoria, no será hoy, ni mañana, pero sin duda, científicamente, llegará. Hasta la victoria, siempre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario