No es la primera vez que Izquierda Unida sufre una crisis.
Esta agrupación que engloba al PCE, a Izquierda Abierta y muchos otros ya tuvo
épocas de tempestad allá a principios del nuevo milenio. Las férreas bases del
partido sirvieron de muy poco para frenar la fuga de votantes hacia el PSOE.
Durante el 2014, muchas encuestas situaban a la formación de
Cayo Lara en una horquilla entre el 10 y el 15% de votos, lo cual representaba
un aumento considerable de los votos. Pero Podemos se lo ha comido, al igual
que ha hecho con casi todas las formaciones marxistas del panorama. Todo esto
se evidenció en las pasadas elecciones al Parlamento de Andalucía en las cuales
Podemos quedó tercera e Izquierda Unida, última y con cinco diputados. Fallos
como la alianza con el gobierno de Griñán y Susana Díaz le han pasado factura.
Pero resulta extraño que esto no solo ocurra en Andalucía, sino que se da por
todo el Estado Español.
He de confesar que las bases de IU, junto con las del PCPE y
la CUP, me parecen envidiables y realizan una labor de militancia de lujo.
Pero, a diferencia de los últimos (me refiero a la CUP), los demás tienen
serias dificultades para llegar a conectar con el pueblo. Es muy negativo el
escore al centro-izquierda de IU y seriamente preocupante la pérdida
descontrolada del PCPE. Ambos (el primero pone como prioritario el referéndum
por la República y el cese de la austeridad y el segunda proclama el
establecimiento de una República Popular) navegan a la deriva. Por arte de magia,
las bases que el PCE, Izquierda Anticapitalista, las CJC y otros creían tan
fuerte se están marchando hacia la formación de Pablo Iglesias, quién sabe si
por el voto útil o por motivos de retórica de sus líderes. Puede que tú,
lector, que eres marxista-leninista y crees que nunca abandonarás la militancia
comunista para ir a la socialdemócrata; si estás convencido de tus ideas y las
pones en práctica a través de la sindicación libertaria, perfecto, enhorabuena.
Pero por otro lado, nunca digas nunca.
Esto no es una bola de demolición contra las bases de estos partidos que, ya digo, merecen un monumento por resistir la embestida de Podemos. Esto es un revulsivo, hay que poner los problemas sobre la mesa, salir a la calle y conectar con el pueblo. En esto se falla. Y se falla en la unidad. La unidad de los comunistas no puede estar cuestionada, debe ser firme y valiente. Volver a las raíces, al levantamiento injusto contra el sistema capitalista. Pero no podemos permitirnos perder ni a uno solo compañero más porque, por desgracia, todo se desintegra.
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