Muchos de ustedes habréis podido tener la oportunidad de
disfrutar de numerosos eventos en pos de la paz, la libertad, la igualdad y la
solidaridad. Así es, estamos en uno de esos días en los que la gente se
preocupa de aquello de lo que no ha sido capaz de preocuparse en todo el año;
el Día escolar por la Paz. Es una demostración más de las contradicciones
internas que mantiene el capitalismo. Mientras en unos países se arma y
mantiene guerras cruelmente sangrientas, en otra parte del mundo se dedica a
celebrar actos por la paz y enarbolar el estandarte de los “buenos valores
democráticos” de que disfrutamos.
Y, cómo no, ondean la bandera de la paz aquellos que han
sido más genocidas. Aquellos que han financiado a los peligrosos terroristas
yihadistas que hoy nos amenazan, con el fin de acabar con los últimos
resquicios de socialismo que quedaban en el mundo. Siempre dejando las
consecuencias para las clases populares. Como en Palestina, Ucrania, Siria y en
el pasado Libia y Egipto, países en los cuales, en contra de toda voluntad
popular y democrática, llevaron a cabo una invasión militar sin importar
muertos civiles. Lo importante ha sido siempre el beneficio capitalista.
Nos justifican las intervenciones imperialistas en otros países,
lejos de la metrópoli, no obstante, es la violencia popular, muestra del
descontento de la clase obrera ante las medidas capitalistas contra su crisis
estructural, la única que representa un peligro ante la democracia. No es esta
la única doble moral que utilizan en sus argumentos. No está tan lejana la
muerte de Nelson Mandela, gran referente tanto como para los más concienciados
como para los menos. No puedo evitar sonreír cuando veo algún artículo de los liberales,
conservadores y demás personajes del mundo de la política y la opinión hablar
de nuestro gran “Madiba” como el gran defensor de la igualdad y la democracia.
Personas que, anteriormente, le habrían tachado de terrorista lo alaban en el
día de hoy como referente democrático.
No sólo contentos con eso, pretenden equipararlo a Gandhi.
Recordemos quién era Gandhi, ese personaje histórico que “liberó” a la India del
Imperio Británico. El autor de la famosa frase de “ojo por ojo, diente por
diente y acabaremos todos tuertos y sin dientes”. Ese referente para todos los
defensores de la paz y la no violencia. No obstante, disculpen mi ojo crítico,
pero mi experiencia me ha dado a entender que cuando alguien es tan bueno para
la opinión pública acaba siendo una falacia inventada por los medios. Y así es,
se nos oculta parte de la verdad en la vida de este personaje. Así resaltan
hechos como que maltratara a su mujer, tuviera un gran trasfondo racista en su
ideología o que abusara sexualmente de sus sobrinas. Políticamente tampoco era
un santo como dicen, no olvidemos su correspondencia con Hitler o su amistad
hacia los camisas negras italianos (seguidores de Mussolini). Tampoco hay que
dejar sin mencionar, en relación a su correspondencia con uno de los mayores
genocidas de la tierra (el puesto del mayor genocida de la tierra se lo
lleva el Imperio Estadounidense, provocando guerras, hambrunas y golpes de
Estado allá donde les beneficie estar), las cartas que mandó a numerosos
líderes mundiales con el fin de que se “rindiesen bajo la bota de Hitler”.
Otra cuestión que hay que tratar cuando se habla de
pacifismo es ¿Qué es la paz? Y ¿De qué sirve sin otros principios básicos como
la libertad, la igualdad y la democracia? La paz no es algo alcanzable sin
acabar con el sistema que la hace inalcanzable. Sin duda, podremos disfrutar de
una “preciosa” paz social, pero mientras el vecino tenga que seguir buscando
comida en la basura, mientras que tengamos que seguir soportando la explotación
de los capitalistas y mientras que no podamos subsistir si quiera con el sueldo
para alimentar a nuestras familias, la paz seguirá estando en segundo plano.
Ténganlo claro a la hora de dar dobles discursos, vuestra
paz social no es justa y, por lo tanto, no es paz. Si justificais la guerra en
otros países, no tengan miedo a la violencia legítima de la clase obrera
haciendo frente a vuestros egoístas e insostenibles intereses.
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