viernes, 30 de enero de 2015

Paz y sus consecuencias.

Muchos de ustedes habréis podido tener la oportunidad de disfrutar de numerosos eventos en pos de la paz, la libertad, la igualdad y la solidaridad. Así es, estamos en uno de esos días en los que la gente se preocupa de aquello de lo que no ha sido capaz de preocuparse en todo el año; el Día escolar por la Paz. Es una demostración más de las contradicciones internas que mantiene el capitalismo. Mientras en unos países se arma y mantiene guerras cruelmente sangrientas, en otra parte del mundo se dedica a celebrar actos por la paz y enarbolar el estandarte de los “buenos valores democráticos” de que disfrutamos.
Y, cómo no, ondean la bandera de la paz aquellos que han sido más genocidas. Aquellos que han financiado a los peligrosos terroristas yihadistas que hoy nos amenazan, con el fin de acabar con los últimos resquicios de socialismo que quedaban en el mundo. Siempre dejando las consecuencias para las clases populares. Como en Palestina, Ucrania, Siria y en el pasado Libia y Egipto, países en los cuales, en contra de toda voluntad popular y democrática, llevaron a cabo una invasión militar sin importar muertos civiles. Lo importante ha sido siempre el beneficio capitalista.
Nos justifican las intervenciones imperialistas en otros países, lejos de la metrópoli, no obstante, es la violencia popular, muestra del descontento de la clase obrera ante las medidas capitalistas contra su crisis estructural, la única que representa un peligro ante la democracia. No es esta la única doble moral que utilizan en sus argumentos. No está tan lejana la muerte de Nelson Mandela, gran referente tanto como para los más concienciados como para los menos. No puedo evitar sonreír cuando veo algún artículo de los liberales, conservadores y demás personajes del mundo de la política y la opinión hablar de nuestro gran “Madiba” como el gran defensor de la igualdad y la democracia. Personas que, anteriormente, le habrían tachado de terrorista lo alaban en el día de hoy como referente democrático.
No sólo contentos con eso, pretenden equipararlo a Gandhi. Recordemos quién era Gandhi, ese personaje histórico que “liberó” a la India del Imperio Británico. El autor de la famosa frase de “ojo por ojo, diente por diente y acabaremos todos tuertos y sin dientes”. Ese referente para todos los defensores de la paz y la no violencia. No obstante, disculpen mi ojo crítico, pero mi experiencia me ha dado a entender que cuando alguien es tan bueno para la opinión pública acaba siendo una falacia inventada por los medios. Y así es, se nos oculta parte de la verdad en la vida de este personaje. Así resaltan hechos como que maltratara a su mujer, tuviera un gran trasfondo racista en su ideología o que abusara sexualmente de sus sobrinas. Políticamente tampoco era un santo como dicen, no olvidemos su correspondencia con Hitler o su amistad hacia los camisas negras italianos (seguidores de Mussolini). Tampoco hay que dejar sin mencionar, en relación a su correspondencia con uno de los mayores genocidas de la tierra (el puesto del mayor genocida de la tierra se lo lleva el Imperio Estadounidense, provocando guerras, hambrunas y golpes de Estado allá donde les beneficie estar), las cartas que mandó a numerosos líderes mundiales con el fin de que se “rindiesen bajo la bota de Hitler”.
Otra cuestión que hay que tratar cuando se habla de pacifismo es ¿Qué es la paz? Y ¿De qué sirve sin otros principios básicos como la libertad, la igualdad y la democracia? La paz no es algo alcanzable sin acabar con el sistema que la hace inalcanzable. Sin duda, podremos disfrutar de una “preciosa” paz social, pero mientras el vecino tenga que seguir buscando comida en la basura, mientras que tengamos que seguir soportando la explotación de los capitalistas y mientras que no podamos subsistir si quiera con el sueldo para alimentar a nuestras familias, la paz seguirá estando en segundo plano.

Ténganlo claro a la hora de dar dobles discursos, vuestra paz social no es justa y, por lo tanto, no es paz. Si justificais la guerra en otros países, no tengan miedo a la violencia legítima de la clase obrera haciendo frente a vuestros egoístas e insostenibles intereses. 

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