domingo, 18 de enero de 2015

Y nos la colaron doblada y nos la volverán a colar.

Corría un 20 de Noviembre de 1975, el presidente del gobierno Arias Navarro era el encargado de dar la noticia, el dictador Francisco Franco había muerto (lástima, con lo buena gente que era, siempre saludaba), y fue entonces cuando los que habían estado torturando y persiguiendo junto a él durante 40 años (la época dorada de los Derechos Humanos y la democracia), se convirtieron en demócratas de toda la vida, cuando los eurocomunistas del PCE como Carrillo (hombre que por lo visto era marxista pero de los de Groucho, ya que aplicaba muy bien eso de "estos son mis principios, y si no le gustan tengo otros") que apostaban por la reconciliación nacional, no les importó pactar con estos demócratas, no les importó aceptar la monarquía, la rojigualda y lo que es más importante, no les importó dejar en las cunetas a miles y miles de compañeros y compañeras para además pactar con sus verdugos. Se habían vendido a la burguesía. Esa burguesía que necesitaba cambiar algo para que todo siguiese igual.
Pues bien, estamos hoy a 18 de Enero (si, ya ha pasado Navidad y me toca dejar las vacaciones para escribir aquí) y a pocos meses de elecciones. Parece ser que el antiguo jefe de Estado, Don Juan Carlos (Juanka para colegas como yo) ha abdicado en su hijo, un hombre responsable y de bien que al igual que su padre será un soplo de aire fresco en la jefatura del estado, vaya un jefe de Estado como Dios manda; que surge un chaval con coleta que al igual que Carrillo confía que dentro del marco institucional se podrá lograr la mejora de la clase trabajadora y que dice que los símbolos están pasados de moda (vaya, que si le pones una esvástica y eso da votos, la ponemos de bandera); otro tal Pedro Sanchez (a.k.a. Ken) que al igual que Felipe Gonzalez se afirma republicano pero cree que tenemos buen rey (y yo vegetariano, pero es que la carnicería de al lado de mi casa es cojonuda) y que por tanto defiende la monarquía. El primero un jefe de estado no electo, colocado por otro jefe de estado no electo al que coloco un dictador (perdón, quería decir el Glorioso Caudillo); el segundo un personaje mediático que define su programa en función de las encuestas y reniega de cualquier idea por un sitio en el Parlamento (hostias, que tu le pones a fumar y es Carrillo) y el tercero dice que no hace falta ser marxistas, que se puede estar con el obrero y con la patronal a la vez (con el obrero para que te vote, y con la patronal para ayudarle a joder al obrero) y que si hace falta pactar con los herederos de aquellos demócratas del 75' se pacta (que bonita es la traición y cuantas veces se repite). Pues nada señores, así está el panorama y así estaba en el 75, allí nos la colaron doblada y aquí como volvamos a confiar nos la volverán a colar igual. Bienvenidos a la Segunda Transición.

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